POR ALEXANDRA WOLFE THE WALL STREET JOURNAL
Actualizado: 23/03/2015 20:49 horas
El Technion, el MIT del país, abrirá un centro en Nueva York y otro en China.
Technion, el Instituto de Tecnología de Israel, representa para el sector tecnológico de ese país lo mismo que la Universidad de Stanford para Silicon Valley. Su presidente, Peretz Lavie, ahora trabaja para llevar parte de esa experiencia a EEUU y, como parte de una alianza con la Universidad de Cornell, el Technion creará un campus tecnológico en Nueva York. Se llamará Instituto Jacobs Technion-Cornell y se levantará en Roosevelt Island.
Fundado en 1912, el Technion fue una escuela de ingeniería que contribuyó al crecimiento de Israel, pero en los últimos años ha pasado a ser un centro de emprendedores parecido al Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), y ha jugado un papel clave para que Israel sea conocido como el “país de las start up”. Ahora, el Technion mira más allá de sus fronteras.
Desde que Lavie asumió el mando en 2009, el instituto ha sumado 150 profesores. Los graduados en la universidad han obtenido cuatro premios Nobel desde 2004 y más de dos tercios de las empresas israelíes que cotizan en el Nasdaq han sido fundadas por graduados del Technion o son dirigidas por ellos.
Un oasis tecnológico
Lavie cree que su ubicación en Oriente Medio le ha dado algunas ventajas. “Tenemos que estar siempre alerta y adelantarnos al resto”, dice. La zona alrededor del Technion, en Haifa, tiene muchas similitudes con Silicon Valley. Las oficinas de Google, Qualcomm y Yahoo! se ubican a pocos kilómetros y los alumnos suelen pasar más tiempo en ellas que en las aulas.
La globalización ha sido una de las principales estrategias de Lavie, que espera sellar más alianzas con otros centros. Pronto, el Technion se expandirá a China con la ayuda del multimillonario Li Ka-shing, lo que incluye una donación de 130 millones de dólares. El Instituto de Tecnología Technion Guangdong recibirá a sus primeros estudiantes en 2017. Además, el Technion también ha establecido alianzas con otros centros de EEUU, como la Universidad de Michigan, la Johns Hopkins o el MIT.
Pero Lavie está preocupado. “La educación atraviesa una profunda crisis, no sólo en Israel, también en EEUU”, dice el presidente del Technion, que ve menos estudiantes de secundaria “que estén listos para dedicarse a matemáticas de alto nivel, física y química”. La institución ha respondido a esta situación ofertando clases para estudiantes con pocos recursos.La intención es que su nivel pueda equipararse al de otros aspirantes a entrar en el Technion tras un plan de estudios becado de 12 a 18 meses.
Aunque la universidad se ha convertido en un bastión de los emprendedores, Lavie hace hincapié en la importancia de recibir una educación antes de lanzar una empresa. “Les digo que no se apresuren a lanzar su primera start up”, relata. Gracias a las ayudas del Gobierno, los alumnos del Technion pagan sólo unos 3.000 dólares al año, mientras que un curso en Harvard cuesta casi 60.000.
Una vida investigando
Lavie creció en Israel y estudió Psicología en la Universidad de Tel Aviv, para más tarde empezar a investigar el sueño de las personas. Quedó enganchado y obtuvo un doctorado en fisio-psicología (un campo precursor de la neurociencia) de la Universidad de Florida, antes de continuar su investigación posdoctoral en la Universidad de California en San Diego. Se sumó al Technion en 1975 y asumió la presidencia hace seis años. Durante ese tiempo, ha lanzado cuatro empresas: dos de tecnología médica y dos proveedores de servicios.
Ahora, sigue involucrado en la investigación. ¿Qué le desvela a Lavie? “Duermo bien porque hay tantos problemas que o padeces de insomnio o aprendes a dormir con ellos”, asegura. Uno de los más recientes es encontrar la forma de recaudar 75 millones de dólares para un nuevo centro de investigación del cáncer en el Technion.
Pronto regresará a Nueva York, donde los estudiantes de Cornell Tech y el Instituto Jacobs Technion-Cornell ya están dando clases en las oficinas de Google. Espera que no se queden sin dormir por estudiar. “Dormir es importante, incluso en la ciudad que nunca duerme”, afirma